Existen muchas personas que pasan sus vidas al dictado de las verdades de los demás, y al final pierden la capacidad de saber quiénes son y qué desean aportar al resto. No son capaces de escuchar lo que les dicta su cuerpo, ni su intuición. Viven de acuerdo a cristerios prestados, algunos bienintencionados y otros que responden a intereses sociales o económicos descarados. Han sido entrenados desde la infancia para aprender sin cuestionar.
Por ello necesitamos de una madurez que nos haga despertar y desaprender lo mal aprendido, sacándo siempre los mayores aprendizajes de las experiencias, sin lamentación por los errores, creando así un pensamiento y sentimiento libre.
...Serás libre, no cuando tus días no tengan preocupaciones, ni tus noches penas o necesidades; sino cuando todo ello aprisione tu vida y, sin embargo, tú logres sobrevolar, desnudo y sin ataduras...
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